Voy a
comerte la boca a cada milésima de segundo, a clavarte mis pupilas como si
fueran chinchetas. Mandaré a mis labios de excursión por tus orejas susurrando
palabras sin sonido. Me volveré muda, hablándote con las manos que son las que
mejor se entienden. Para el reloj. Me importa una mierda la hora que sea. Si es
de día o es de noche a nosotros no nos afecta. Las estrellas las veremos igual
y el calor del sol nos cocerá a fuego lento. Súbete conmigo a esa montaña rusa
donde el ritmo lo marca los latidos de mi pecho. Donde tú y yo lo único que
tenemos que hacer es dejarnos llevar.
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